El Emprendimiento: Un Proceso Emocional

 

Emprender es caminar por un sendero en el que encontraremos situaciones inesperadas, alegrías, frustración y mucho aprendizaje; estar enfocados y ser altamente productivos en medio de esta jungla necesita, por lo tanto, un adecuado manejo de las emociones.

 

Quizá la emoción más frecuente en las personas que están iniciando en el mundo empresarial, es la vergüenza, o la pena mostrarse ofreciendo un producto a desconocidos e incluso a su propio mercado natural. De hecho, lo que más pospone el primer paso es justamente la vergüenza paralizante de enfrentarse a un cliente.

 

Casi siempre este sentimiento se genera por nuestra inseguridad, miedo al rechazo que se origina en nuestra autoestima. Para contrarrestar, o vencer este sentimiento, es necesario tener claros los objetivos y trabajar en la motivación a alcanzarlos para que ésta sea mayor a la frustración que se siente por realizar las actividades propias del negocio.  Es decir, la vergüenza se debe transformar en orgullo por lo que se planeó y se está logrando y el objetivo se cumplirá una vez desaparezca la vergüenza.

 

Si tenemos la convicción de que tenemos un producto especial que puede ayudar a cambiar la realidad de quienes lo utilicen, nuestro orgullo por lo que hacemos sustituirá los efectos paralizantes y nos ayudará a trabajar en la lista de prospectos, buscar citas de negocios y demás actividades propias del devenir empresarial.

 

En el mundo empresarial, existen pruebas contundentes de como la inteligencia emocional es determinante en el éxito o el fracaso de la empresa. Cuando creamos una empresa le trasladamos nuestras características, por eso la importancia de que el emprendedor tenga un proyecto de vida propio, para poder crear así un proyecto empresarial exitoso.  Si un emprendedor es organizado, creativo y tiene emociones sanas, muy seguramente su empresa tendrá un clima laboral de cooperación, de compromiso y entusiasmo que impactará directamente en la productividad, en sus clientes y entorno social.

 

felicidad

 

Muchas personas, a través de su emprendimiento están mejorándose a sí mismas y están impactando las vidas de otras personas, por lo tanto, su emprendimiento, además de ser social es emocional. Hay un término muy adecuado para los emprendimientos que ayudan a cambiar la vida de otros y es el termino “Emprendimiento Social”.

 

Como ya lo hemos dicho antes en este blog, la inteligencia emocional es nuestra capacidad para reconocer las emociones propias y de los demás, gestionarlas y tener un concepto de valor sobre nosotros mismos.  Este concepto está muy ligado al concepto de emprendimiento social, ya que como emprendedores sociales estamos tratando de solucionar una problemática presente en el mercado, ayudar a otros y alcanzar nuestra realización personal; lo que nos mueve a llevar a cabo esto son las emociones. Por eso la importancia de desarrollar la inteligencia emocional.

 

Como emprendedores, es necesario que nos preguntemos con bastante regularidad si somos capaces de reconocer nuestras emociones; si tenemos la capacidad para automotivarnos; qué tolerancia tenemos al fracaso; que tan empáticos somos con los demás. Y si alguna de estas preguntas tiene respuestas negativas, debemos trabajar en desarrollar nuestras habilidades emocionales para ejecutar con éxito nuestra misión empresarial.

 

El emprendimiento es un proceso emocional, sin lugar a duda, y gestionar correctamente nuestras emociones potencia nuestra empresa. Algunas recomendaciones para mantener buenas emociones sobre nuestra empresa son: dejar de enfocarnos solamente en el resultado final, y darle la importancia que necesita el proceso; apostar por posicionar un nombre, marca, logo; crear lazos fuertes con los empleados y clientes; que nuestra motivación sea el impacto positivo a la sociedad, así sea a un pequeño número de personas. Ser tolerantes con nosotros mismos y medir el impacto que cada una de nuestras acciones tiene sobre el público receptor.