REPROGRAMARNOS ESPIRITUALMENTE PARA TENER ÉXITO EN LOS NEGOCIOS.
Reprogramación mental es cambiar las creencias limitantes y crecer en diferentes aspectos que afectan nuestra vida; antes hemos hablado de la reprogramación emocional y financiera; el plano espiritual, es un aspecto de nuestra vida igualmente importante.
La Espiritualidad busca comprender la naturaleza del alma, de nuestra vida interior y se trabaja en la espiritualidad como una manera de avanzar en la búsqueda de la dicha personal. Por eso cada persona debe definir cuáles son los parámetros que determinan su dicha y buscar desde su interior los mecanismos que le permitan encontrar esta felicidad. La espiritualidad tiene un amplio alcance e incluye muchas veces la búsqueda de respuestas a preguntas tan profundas como: ¿quién soy, de dónde vengo?, ¿cuál es el propósito de mi vida, a donde iré cuándo muera?
Independientemente de donde vengamos y de quienes seamos, hay una fuerza que impulsa nuestro actuar cotidiano y es la búsqueda de la felicidad, y esto es independiente a la cultura, religión, origen, género, estatus social o económico. Sin embargo, el porcentaje de felicidad que experimenta la humanidad en términos generales es bastante bajo debido a los problemas de la vida, problemas de los cuales casi siempre conocemos sus causas físicas, pero no siempre reconocemos que su naturaleza puede ser espiritual. Los principales problemas espirituales son: el destino o karma, también conocido como ley de causa y efecto; los problemas heredados de antepasados, que producen cadenas intergeneracionales o ataduras, y el malestar originado por energías negativas que tenemos dentro de nosotros.
Es muy importante, por lo tanto, solucionar estos problemas espirituales, primero identificándolos, reconociéndolos, aceptando que existen y que nos afectan y tomando acción para eliminarlos de nuestra vida. Para ello es recomendable pasar por momentos de quietud y soledad, e ir hasta nuestros recuerdos más remotos y revivir aquellos momentos que nos han generado dolor, para así hallar la causa de nuestras energías negativas; así mismos es necesario revisar los antecedentes biográficos de nuestra familia, para hallar las tendencias comportamentales que casi siempre se trasladan de generación en generación; también necesitamos reconocer, a través de nuestra experiencia, cuáles han sido las situaciones en las cuales hemos herido, dañado, generado dolor a otros, con o sin intención, para tener un mapa que nos permita empezar el proceso de sanación.
Sanar nuestro corazón permitirá que despleguemos toda nuestra vitalidad, para alcanzar cualquier meta que nos propongamos, y el emprendimiento es una de ellas. Si queremos iniciar un objetivo mayor como crear empresa, es necesario primero hacer un proceso de sanación, ya que uno de los resultados de ignorar las cicatrices acumuladas es que vivimos en un estado de secuestro límbico, donde nos monopolizan pensamiento que nos ponen en modo “lucha, huye o paralízate”.
Las heridas del pasado liberan hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol que activan emociones como el miedo, la ansiedad y la ira. Hay que tener en cuenta que cuanto más grave es la herida del pasado, más intensa será la respuesta actual cuando se active. Siempre podemos conocer el tamaño del trauma nuestro o ajeno, por el alcance de su reacción. Si es histérica es histórica.
Normalmente huimos de nuestros sentimientos sobre los traumas porque no queremos revivir viejos dolores desencadenados por un hecho actual. Por tanto, creamos una serie de escapadas y desvíos para eludir nuestras emociones, tales como el exceso de trabajo, las drogas o el alcohol, así como la adicción al internet y las distracciones de las redes sociales. Empezamos a vivir nuestra vida buscando atención en lugares equivocados y nos preguntamos por qué nunca sentimos la intensa felicidad que, según hemos oído, forma parte de la senda humana.
La reprogramación mental, que es la capacidad del cerebro de reiniciarse frente a determinadas situaciones, es una valiosa alternativa para superar la ley de causa y efecto, las cadenas intergeneracionales y las energías negativas. Ya hablamos de identificar cuáles fueron los factores desencadenantes; ahora es el turno de realizar la terapia de perdón propio y a terceros. Volver al momento que generó el trauma y comprender las razones que motivaron esos comportamientos, permitiéndonos sanar esas heridas, nos ayudará a regresar de ese pasado sanos y salvos, es decir, habremos perdonado y estaremos listos para enviar otra información a nuestro cerebro. Comprender es aliviar, sin juicios, sin estigmatizaciones, solo entendiendo que cada uno actúa de acuerdo con la información que tenga a su alcance en un momento determinado.
El paso para seguir es cambiar nuestros pensamientos usando postulados positivos, como: “Yo merezco ser feliz”, “yo merezco un trabajo que me llene profundamente” o “yo merezco tener una empresa próspera”. De esta forma podremos posicionar nuestras decisiones en base a las manifestaciones que te estamos haciendo constantemente, sin descuidar la toma de acción, pues la sola declaración no funciona si no se actúa en consecuencia.
Es fundamental visualizar, imaginar que estamos dentro de un carro y tenemos el control de nuestras próximas rutas. ¿Hacia dónde iríamos? Imaginarnos manejando sin miedos ni obstáculos.
Meditar, orar, conversar con el ser superior, cualquiera que sea a idea que tengamos de él es muy importante en el camino hacia la reprogramación espiritual; tener momentos de quietud donde confiemos en que hay una superioridad trabajando a nuestro favor, nos ayudará a mantener viva la fe, la ilusión y a trabajar en la consecución de nuestros sueños.
Una vez que hemos logrados estos objetivos, que no son difíciles, y que con la práctica constante se hacen rutinarios, estaremos listos para activar nuestra reprogramación espiritual para el trabajo como empresarios, a través de los siguientes pasos:
- Confiar para crear las posibilidades. Si desconfiamos de todo lo que nos rodea, si siempre nos ubicamos en el peor escenario, si creemos que la vida es sufrimiento, desdicha, odio, maldad, peligro y que al final nos toca sobrevivir como podamos, jamás desarrollaremos todo nuestro potencial. En ejemplos prácticos:
- Cuando pensamos que un cliente nos va a decir que no, estamos desconfiando.
- Cuando cada vez que ponemos en marcha una acción de visibilidad y nos preocupamos todo el tiempo de lo que digan los demás, estamos desconfiando.
- Cuando estamos con un cliente y pensamos que no somos lo suficientemente buenos, estamos desconfiando.
- Cuando pensamos que la competencia nos va a robar clientes, estamos desconfiando.
- Trabajar desde el amor para transmitir pasión y seguridad a los demás. Desconfiar es sinónimo de tener miedo y eso nos lleva a querer controlarlo todo hasta tal punto que para cada decisión que tomemos queramos que se dé un resultado determinado con un margen de error que permitiremos que sea mayor o menor dependiendo de si somos más o menos perfeccionista. El resultado es que probablemente acabemos estando en un estado constante de tensión y es difícil que desde ahí fluyamos con nuestros talentos y conectemos con todo lo bueno que la vida tiene reservado para nosotros; si estamos en tensión no podremos transmitir pasión por lo que hacemos, que es la energía con la que nos conectamos con nosotros mismos y con los demás y la que aumenta de manera exponencial nuestras posibilidades de éxito.
- Aceptar lo que suceda cuando hayamos hecho todo lo que tuvimos en nuestras manos. Cuando queremos conseguir algo debemos estar preparados para que ese algo se manifieste muchas veces a través de un camino totalmente diferente al que habíamos pensado que era el mejor. ¿Por qué sucede esto?, precisamente para que nuestro talento y nuestras capacidades lleguen a su plenitud es necesario que transitemos por un determinado camino que sólo iremos descubriendo a medida que vayamos avanzando. Por lo tanto, para cada decisión que tomemos en la dirección de nuestro éxito, sólo tenemos que hacer dos cosas: asegurarnos de que hemos hecho todo lo que está en nuestras manos y dejar que la vida haga el resto mientras continuamos caminando. Desde ahí nos será más fácil confiar por una sencilla razón: dejaremos de estar pendientes y por lo tanto estaremos en actitud de permitir que las cosas sucedan.
Buscar la felicidad y encontrarla es posible, si identificamos las tendencias que nos limitan, perdonamos, superamos, pensamos positivo, trabajamos en la consecución de nuestros sueños y sobre todo, dejamos el miedo al éxito permitiendo que llegue lo que está preparado para nosotros y es consecuencia de nuestro trabajo juicioso y constante.